Jóvenes adultos, esa etapa de la vida en la qué no eres lo suficiente mayor para algunas cosas pero si para otras, ¿Qué cosas? bueno eso varía dependiendo del entorno en el que cada quién se encuentre. La flor de la juventud y el momento de la vida en dónde se supone que debes tomar riesgos, disfrutar, divertirte pero sin pasar los límites no vaya a ser que "arruines" tu futuro.
Dejando de lado la diversión, algo que marca esta etapa de la vida en la mayoría de las personas, los pocos afortunados, es la universidad. Ese lugar en donde se hacen innumerables "amigos" de quienes no sabes el nombre aún cuando se han estado hablando por más de un mes. Se conoce a alguien nuevo cada día y muchos se mantienen a tu lado desde ese primer día que se los conoce hasta el último. Sin embargo, esto no es sobre amistades... ¿o sí?
La gran incógnita que pasa por la cabeza de la mayoría durante esta etapa es ¿Qué de todo lo que estoy aprendiendo me va a servir para después de graduarme? Muchos de los que ya se graduaron dicen "todo" otros dicen "nada". La verdad es que no hay respuesta correcta, lo que sí es cierto es qué de todo hay que aprender un poco.
Grandes empresarios y ejecutivos han pasado por la universidad y muchos otros no. Por lo que se han generado innumerable puntos de vista sobre que tan necesaria es la educación universitaria en la vida de cada uno de nosotros. Es importante, eso no lo ha negado nadie, sin embargo se trata de más de solo aprender para pasar un examen o el semestre.
Muchas personas salen del colegio con excelentes notas y llegan a la universidad con el único objetivo de seguir sobresaliendo igual, sin embargo cuando salen de la universidad tal parece que ya nada se mide por notas. Otros tantos salen con notas bajas o regulares y en la universidad simplemente se vuelven los mejores de la clase porque lograron conectarse de tal forma con el método de enseñanza que las notas fueron solo una consecuencia de esa conexión. Así mismo hay otro grupo de personas que no se enfocan en las calificaciones pero en práctica acaparan mucho más conocimiento que el mejor de la clase. Entonces ¿para qué tanto lío con todo esto?
Juan David Borrero, empresario ecuatoriano, actual Gerente de Alianzas de Snapchat, culminó sus estudios universitarios pero reconoce que las calificaciones no lo son todo “Luego entendí que hay mucho más que notas, que lo que aprendes en la universidad no se iba a ver reflejado solo en exámenes, sino también en las actividades en las que participaba y en los amigos que haría”.(Borrero, J.) Es simple, para crecer no es necesaria la calificación pero sí una visión, y evidentemente conocimiento. Ninguno de los grandes empresarios que se conocen hoy en día han llegado hasta donde están sin conocimiento, claro es que no todos tienen el mismo tipo de conocimiento, pero lo tienen y nunca dejan de aprender, simplemente toman aquello que funciona para ellos y lo vuelven un punto de partida para algo grande.
La lista de millonarios que dejaron la universidad es realmente conocida: Bill Gates, Mark Zuckerberg, Ralph Lauren, Steve Jobs, James Cameron y sigue. No, no importa si la universidad a la que renunciaron está catalogada como la mejor del mundo, lo que importa es que dieron vida a una idea, muchos tuvieron fracasos enormes y aprendieron, mejoraron y aún más importante, se relacionaron con las personas correctas.
¿Quién es la persona correcta? La persona que apoyará una idea por más pequeña que sea, si le ve futuro, y también la persona que verá un error en la idea pero aconsejará para mejorarla, en muchos casos, son esas personas que se conocen en la universidad, las amistades también influyen en tu futuro. Entonces ¿Cómo se relaciona todo esto con la incógnita principal?
La verdad es que la etapa de la universidad es una como cualquier otra pero con mayores riesgos. Se obtiene conocimiento, pero se aprende a conocer a las personas, a convivir entre pensamientos diferentes y a tolerarlos, se aprende que hay diferentes maneras de obtener tanto conocimiento y que no todas funcionan para todos. Se aprende a hacer amistades, se aprende a vivir, que los errores son solo eso pero que las consecuencias pueden ser fatales, que se debe tomar decisiones importantes pensando en lo que viene después pero aún así vivir el día a día. Se aprende que el mejor de la clase no siempre obtendrá el mejor trabajo y que el que tiene las peores calificaciones tiene mejores métodos para relacionarse. Todo se trata de un balance.
Por último, se aprende a crecer. Se aprende a vivir. Pero como no todas las respuestas son tan simples, hay que tener cuidado de no gastar la vida mientras aprendemos a vivirla.
-Daniela Breesot.